GRANJA BENGALA APOYA A CAMPESINOS DE LA REGIÓNAsí se ‘ordeña’ un cerdo
Carlos Alberto Aguirre
Enviado Especial
FILANDIA (QUINDÍO)
Enviado Especial
FILANDIA (QUINDÍO)
La Facultad de Ciencias Agroindustriales de la Universidad del Quindío cuenta con una granja donde se extrae y comercializa el semen del cerdo para mejoramiento de razas. Este proyecto se encuentra en proceso de certificación con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (Iica).
Masturbar un cerdo de ciento treinta kilogramos y de un costo aproximado de cuatro millones de pesos, antes de ser un trabajo, es un arte. Aunque la práctica hace al maestro, el comportamiento del porcino tiende a cambiar, el animal puede dejarse llevar por el placer generado al frotar el prepucio que contiene su pene, o en el peor de los casos, envestir hasta ocasionar la muerte.
Jorge Iván Salazar, director de la Granja Bengala, prepara un liquido, con agua y una solución en polvo fabricada en España, llamada Euro 9, que contiene proteínas, enzimas, azúcares y vitaminas, que calentado a Baño María, hasta alcanzar los 37 grados centígrados, alimentará y permitirá que el espermatozoide continúe vivo, hasta su empaque y posterior inseminación.
Cuando se alcanza la temperatura promedio, se vierte en un vaso desechable y éste a su vez se deposita en un termo que le permitirá preservar el calor. “Si no se realiza este procedimiento, los espermatozoides pueden morir al chocar con el frío de Filandia”, comenta el ingeniero Salazar.
La Granja Bengala es una dependencia de la Universidad del Quindío que se encuentra a cuatro kilómetros de Filandia y funciona hace unos veinte años. Cuenta con salones, auditorio, alojamiento, laboratorios e infraestructuras agropecuarias y agrícolas. Uno de sus proyectos bandera es la venta de Pajillas con Esperma Porcino. El costo de dos bolsas es de 35 mil pesos, 15 mil pesos más económico que en otras partes del Departamento.
“Es un valor social. La Universidad del Quindío debe apoyar a la sociedad. Nosotros no cumplimos solamente con vender el esperma, también asesoramos al campesino en el procedimiento de inseminación”, dice.
El cerdo debe ‘ordeñarse’ dos veces por semana. Si no se realiza este procedimiento, el animal tiende a masturbarse solo y su esperma pierde calidad. Uno de los funcionarios de la Granja le abre la reja de acero al porcino e ingresa a una habitación iluminada con una luz amarilla.
El cuarto cuenta con un piso de cemento y paredes de ladrillo estucadas a la fuerza. Casi recostada a la pared, una mesa cubierta por un cuero gastado, llamada ‘Burro’, y empapada de orina de las cerdas que se encuentran en celo, comienza a ser olfateada por el animal que empieza agitarse.
Luego, con la indumentaria adecuada, Juan Carlos Sánchez, auxiliar de la granja, comienza acariciar el lomo del cerdo que da vueltas por la habitación. En varios intentos trata de agarrarle el prepucio, sin dejar de acariciarlo. Cuando lo logra alcanzar, comienza a tocar su lomo más despacio. En unos minutos comienza a quedarse quieto. Con sus patas traseras impulsa sus pesuñas delanteras y trata de agarrarse del ‘Burro’. Por momentos comienza a resoplar. El desespero del animal, al no poderse acomodar, hace que el funcionario tenga que cambiar de lado. Después de tres minutos, el cerdo logra quedarse quieto.
Luego Sánchez saca el pene del prepucio y lo sostiene con fuerza. En ese preciso momento le alcanzan el termo, con el agua preparada en el laboratorio, para que en el se deposite el semen. Esto dura aproximadamente cuatro minutos. Esta vez fueron 197 Mililitros de eyaculación. “Hoy se lució. No lo sacó ni pa´ miar” – comenta José Ovidio Cardona, otro de los funcionarios.
El semen diluido en el líquido se lleva al laboratorio en donde se empaca y se refrigera a 16 grados centígrados. Durante este tiempo, se evalúa y se concluye cuántas pajillas se pueden obtener del eyaculado y la calidad del esperma. Aunque el valor sea menor que en otras granjas, lo más importante es la asesoría que por parte de los Funcionarios de la Granja recibe el comprador.
Masturbar un cerdo de ciento treinta kilogramos y de un costo aproximado de cuatro millones de pesos, antes de ser un trabajo, es un arte. Aunque la práctica hace al maestro, el comportamiento del porcino tiende a cambiar, el animal puede dejarse llevar por el placer generado al frotar el prepucio que contiene su pene, o en el peor de los casos, envestir hasta ocasionar la muerte.
Jorge Iván Salazar, director de la Granja Bengala, prepara un liquido, con agua y una solución en polvo fabricada en España, llamada Euro 9, que contiene proteínas, enzimas, azúcares y vitaminas, que calentado a Baño María, hasta alcanzar los 37 grados centígrados, alimentará y permitirá que el espermatozoide continúe vivo, hasta su empaque y posterior inseminación.
Cuando se alcanza la temperatura promedio, se vierte en un vaso desechable y éste a su vez se deposita en un termo que le permitirá preservar el calor. “Si no se realiza este procedimiento, los espermatozoides pueden morir al chocar con el frío de Filandia”, comenta el ingeniero Salazar.
La Granja Bengala es una dependencia de la Universidad del Quindío que se encuentra a cuatro kilómetros de Filandia y funciona hace unos veinte años. Cuenta con salones, auditorio, alojamiento, laboratorios e infraestructuras agropecuarias y agrícolas. Uno de sus proyectos bandera es la venta de Pajillas con Esperma Porcino. El costo de dos bolsas es de 35 mil pesos, 15 mil pesos más económico que en otras partes del Departamento.
“Es un valor social. La Universidad del Quindío debe apoyar a la sociedad. Nosotros no cumplimos solamente con vender el esperma, también asesoramos al campesino en el procedimiento de inseminación”, dice.
El cerdo debe ‘ordeñarse’ dos veces por semana. Si no se realiza este procedimiento, el animal tiende a masturbarse solo y su esperma pierde calidad. Uno de los funcionarios de la Granja le abre la reja de acero al porcino e ingresa a una habitación iluminada con una luz amarilla.
El cuarto cuenta con un piso de cemento y paredes de ladrillo estucadas a la fuerza. Casi recostada a la pared, una mesa cubierta por un cuero gastado, llamada ‘Burro’, y empapada de orina de las cerdas que se encuentran en celo, comienza a ser olfateada por el animal que empieza agitarse.
Luego, con la indumentaria adecuada, Juan Carlos Sánchez, auxiliar de la granja, comienza acariciar el lomo del cerdo que da vueltas por la habitación. En varios intentos trata de agarrarle el prepucio, sin dejar de acariciarlo. Cuando lo logra alcanzar, comienza a tocar su lomo más despacio. En unos minutos comienza a quedarse quieto. Con sus patas traseras impulsa sus pesuñas delanteras y trata de agarrarse del ‘Burro’. Por momentos comienza a resoplar. El desespero del animal, al no poderse acomodar, hace que el funcionario tenga que cambiar de lado. Después de tres minutos, el cerdo logra quedarse quieto.
Luego Sánchez saca el pene del prepucio y lo sostiene con fuerza. En ese preciso momento le alcanzan el termo, con el agua preparada en el laboratorio, para que en el se deposite el semen. Esto dura aproximadamente cuatro minutos. Esta vez fueron 197 Mililitros de eyaculación. “Hoy se lució. No lo sacó ni pa´ miar” – comenta José Ovidio Cardona, otro de los funcionarios.
El semen diluido en el líquido se lleva al laboratorio en donde se empaca y se refrigera a 16 grados centígrados. Durante este tiempo, se evalúa y se concluye cuántas pajillas se pueden obtener del eyaculado y la calidad del esperma. Aunque el valor sea menor que en otras granjas, lo más importante es la asesoría que por parte de los Funcionarios de la Granja recibe el comprador.
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